lunes, 5 de julio de 2010

Reflexión nocturna.



Me suceden tantas cosas día a día y me han pasado otras muchas a lo largo de mi vida. Cada vida está cargada de recuerdos y de acontecimientos que marcan y engrandecen la propia vida. Pero ahí está uno para rescatar lo bueno y olvidar lo malo. Si se vive recordando lo malo que nos ha pasado, se sigue sufriendo en vano. ¿Y a quién le importa?... a nadie, si no estás dispuesto a sufrir es mejor olvidar los malos momentos.
Siempre existirán personas que desean aprovecharse de nuestra nobleza, pero que hacer si somos así, es esa nuestra naturaleza y está acuñada en nuestra alma.
Las personas crecen de una determinada forma, educados con ejemplos y valores, quizás muy diferentes a los nuestros, por lo tanto no se puede pretender que hagan o piensen lo que nosotros hacemos y pensamos, ser tolerantes con las personas no quiere decir que seamos tontos y que nos engañen a cada momento cuando ven en nosotros almas buenas y bondadosas.
Algo que he aprendido con dolor en esta vida, es saber que los hijos solo son un préstamo de la propia vida, ellos son libres de acciones y omisiones y no seremos nosotros los más dignos para juzgarlos, mira que para eso existe alguien que todo lo sabe.
Nuestros hijos viven su propia vida y regresan a nosotros como siempre lo han hechos, cuando están carentes de soluciones, cuando tienen problemas o simplemente cuando les baja la nostalgia por aquel que los espera con amor.
Erika.
Casablanca, 12 mayo del año 2010.

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