miércoles, 7 de julio de 2010

Un paso adelante



Hoy deseo pactar mi retorno a la vida, a la existencia terrenal, para compartir mi esencia, mis virtudes y defectos, lo bueno y lo malo. Comunicar mis profusas experiencias que el desconsuelo dejo en mi corazón. “El Gran Arquitecto del Universo” me ha regalado otra oportunidad, un nuevo comienzo. Consciente y preparada para enfrentar las dificultades iníciales. El camino, de donde un día fui arrancada, sigue estando a mi disposición, soy el único personaje de esta historia, pues esta es mi vida, el nacimiento, el regreso al sendero que fue elegido por Él, aun antes de nacer, marcado en mí como un sello de agua, el cual es inalterable e irreproducible, pues soy un ser único dotado de grandes dones y talentos, los cuales he de seguir desarrollando, perfeccionando y purificando. Consciente de que la senda será difícil, áspera y no exenta de la problemática humana; egoísmo, vanidad, envidia, rivalidad, eufemismo.
He cultivado la paciencia y la confianza en mi propio ser, mis pensamientos están lucidos en mi razón, mis sentimientos y sensaciones han sido liberados por mi corazón para lograr alcanzar el éxtasis del amor puro, transparente, aquel amor eterno que se encuentra una vez en la vida, aquel que alimentas con pequeños detalles y acciones, que habitualmente no son verbales, sino de piel, de caricias, de miradas cómplices, de gestos que utilizan códigos particulares e íntimos.
He comprobado que no hay nada mejor para el ser humano que el goce que siente por el trabajo realizado y por los frutos que obtiene de él. En lo particular, mi deleite se encuentra en los detalles simples de las cosas. Desde caminar largas horas por un sendero tapizado de hojas secas que hacen estremecer mi cuerpo con su crujir a cada paso dado. Concebir el aroma a la tierra mojada luego de una tarde de lluvia.
Hundirme en la espesura del bosque y escuchar el susurrante movimiento ocasionado por la fresca brisa que se cuela en su frondoso follaje. Percibir el suave canturreo de los pájaros y el típico sonido de los grillos al anochecer. Inundar rápidamente mis pulmones del dulce y fresco aroma de las flores y la hierba. Esperar el amanecer, rindiéndome ante los primeros rayos del sol, permitiendo que envuelva lentamente mi cuerpo con su cálida luz, llenando mi ser de energía y vitalidad.
A esa hora las calles están serenas, tranquilas y quietas, antes del trajín diario que da vida a este pueblo. El éxtasis llega a mi junto al anochecer, cuando observo la luna bañar el valle con sus suaves colores sepias envejecidos iluminando cada rincón de la foresta. Es inevitable sentir mi rostro sonreír ante tan sublime imagen.
Por las tardes, sentada en un escaño en la plaza, me aturde la dulce risa de los niños jugando libremente, me asombra la seguridad en sí mismos, instintiva y natural. Su obstinación para conseguir lo que desean. Esta escena me obsequia una simple reflexión, que toda mi lucha interior está enfocada a que nunca deje de ser una niña, poseo la alegría e ingenuidad, he aprendido a perdonar y olvidar, tremendamente apasionada y obstinada para conseguir lo que quiero. Siempre he sido una niña, me he quedado en la pureza e inocencia de una pequeña de cinco años.
Espécimen raro que ha encontrado el sentido de la vida. Vivir en un permanente presente, deleitándome con todo, descubriendo los impulsos del corazón, que se ha mantenido en una lucha constante con mi razón. Haciendo lo que realmente me hace feliz. Ya sea desarrollando mi pasión por las letras, como en el amor, y todo lo que realice a cada instante, en cada segundo del día…me hace feliz.
He despertado de un largo estado comatoso, en donde diseñe mi propio mundo, con barreras impenetrables, para dejar fuera al mundo circundante, para no ser herida y lastimada. Con el tiempo he podido dilucidar, que era yo quien lastimaba mi propio corazón, negándome el derecho a ser feliz, el derecho a vivir una vida plena llena de amor, de ilusiones, sueños y deseos. Sinceramente, creí estar muerta en vida, pero fue esa voz que escuche en el interior de mi razón la que me trajo de vuelta a la vida.
Y estoy acá, dispuesta a realizar todo lo que deje sin hacer, a expresar amor a quienes nunca se los manifesté. Tengo muchos sueños por cumplir, metas y grandes desafíos, pero sobre todo, una inmensa disposición de amar y ser feliz.
Cuantas veces sentí que la vida no vale la pena vivirla. Lo que realmente me hacia sufrir, no era la vida en sí, sino las expectativas de cómo debería ser el mundo, o como deberían actuar las personas, pero eso sólo estaba dentro de mí, en mis gustos personales o en los cánones de comportamiento que poseo. Entonces lo que me dañaba no era el mundo o las personas que lo habitan, sino mis propios pensamientos, emociones, sensaciones con respecto a cómo deberían actuar, lo que para mí era éticamente correcto, para otros no lo era. Y sufría porque encontraba que la vida era cruel, pues tenía un concepto equivocado de lo que realmente es.
Sencillamente, he preferido acepta al mundo, a las personas y la naturaleza por como son y adaptarme a ellos, aceptarlos como un todo, en donde existe amor, muerte, momentos imborrables y fracasos dolorosos.
El sufrimiento y los fracasos han sido energía para modificar mi vida. Largas caminatas, alejada de la gente, me han dado espacio para reflexionar acerca de mis desafíos actuales y replantearme nuevas metas, ha sido extraordinario para mí. Pues los problemas han de ser solucionados y no almacenados, siempre existe una solución para cada uno de ellos, y cada solución trae consigo el origen de una nueva oportunidad.
Saber perdonar y no acumular resentimientos en mi espíritu ha sido fundamental. Pues no deseo cargar con un pesado baúl que pueda llevar al otro lado, solo hermosos momentos que he vivido obedeciendo los impulsos del corazón y no los de la razón.
El Gran Arquitecto del Universo juzgara mi vida de acuerdo a mis obras, y no por las riquezas que tenga. Para ello vivo el momento presente y no del pasado, porque por él ya no puedo hacer nada, pero si por mi presente teniendo una actitud de renuncia y total despego por aquel pasado que he decidido olvidar y dejar a donde corresponde, atrás. Pues no puedo regresar y cambiar las causas de los problemas, no tiene caso atormentarme emocionalmente, debo estar en paz y no criticar las decisiones del ayer.
Mi corazón no es tan delirante e impulsivo como creía. Él interpreta las decisiones correctas en milésimas de segundos, ya no dejaré que mi razón actué, seré más intuitiva que racional. Todos tenemos los mismos problemas pero dependerá del grado de madurez y crecimiento que posea para encontrar la solución correcta con carácter, audacia y valentía y si me equivoco me levantaré, sacudiré el polvo de mi ropa y a pesar de los moretones resolveré continuar, con el cuerpo adolorido, pero con la frente en alto. La perseverancia y tolerancia mantendrán mi fe y esperanza en las metas fijadas, a pesar de las derrotas temporales, será la única diferencia que tendré con quienes enfrentan sus problemas y quiénes no.
Ya no temeré a las críticas, pues solo destruyen y no han edificado nada bueno en mi vida. En mi infancia recibí las criticas de mis padres y mis hermanos, solo por ser diferentes a ellos, tanto en el pensamiento como en el sentir. Ellos fueron las primeras personas con las que tuve contacto y su influencia temprana fue decisiva para mi desarrollo. Sembrando la confianza o desconfianza necesaria para enfrentar el mundo, haciendo nacer una auto-imagen distorsionada de mí.
He experimentado críticas de todos los colores y sabores que han frenado el crecimiento y desarrollo de mi propio yo. Haciéndome perder la confianza en mí misma en muchos momentos de mi vida y aprendí a ver el mundo, no como es, sino como soy yo. Deseo creer en mis ideas y no aceptar las de otros, pese a la convicción o fuerza con que las expresen, ya que el mundo es una interpretación muy personal, no quiero encadenarme a sus fracasos y aceptarlos como verdades absolutas, pues sus amarguras y sus resentimientos pueden proyectar derrotas sobre mis futuros proyectos y desafíos.
Mis familiares expresan sus complejos, miedos y derrotas a través de las críticas hacia mí, solo porque soy diferente a ellos. Me pregunto… ¿cuántos complejos tienen?... porque alguien hizo una crítica que destruyo su confianza y fe en sí mismos. La crítica es maligna, destruyó mí confianza y me hizo tímida. Me hizo perder la serenidad al hablar, me hizo evitar confrontaciones contra personas que estúpidamente y sin razón me criticaron. No permitió expresar mis puntos de vista con seguridad, independientemente de si tenían razón o no. Curiosamente las personas que más critican son las que poseen un mayor complejo de inferioridad, y paradójicamente son las que más se molestan cuando son criticadas por la ausencia de valor y fortaleza en sus vidas.
Iniciaré este primer paso con valor, asumiré mis ideas y creeré primero en mi que en los demás. No compartiré mis sueños con aquellos que piensan que todo es imposible de realizar. Cuando mi interior me dicte hacer una cosa, simplemente la hare. El precio de obedecer a los demás antes que a mí misma será despojarme de la hermosa sensación de vivir mi vida como yo he elegido vivirla. Con mis fracasos, derrotas, retos y proyectos, será mejor vivir mi vida como dicte mi corazón y no de acuerdo a normas sociales preestablecidas. De esta forma corregiré mi camino dando un paso siempre adelante con seguridad en mis capacidades y con el convencimiento que esto me hará conquistar la felicidad.
Erika.
Casablanca, 1 de Agosto del año 2009.

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